— Si pudiese pedir un deseo, pediría no ser.

— ¿Pero qué dices? ¿Cómo que no ser? ¿En plan morirte o algo?

— No, no. En plan no haber existido nunca. Que nadie me eche de menos ni de más.

— ¿Pero por qué dices eso? ¿No lamentarías no haber vivido todo lo bueno que has tenido en tu vida?

— Bueno, si no he existido nunca, no puedo lamentar nada, ¿no te parece?

— Pues yo creo que te echaría de menos. Mi vida es mejor por haberte conocido.

— No puedes saberlo, quizá tu vida sería aún mejor si no me hubieses conocido nunca.

— Quizá, pero tú tampoco puedes saberlo. Si yo pudiese pedir un deseo, pediría que sí seas.

— Qué mala persona puedes llegar a ser.

— No haber pedido no ser.

— Vale, me has pillado. Entonces, pediría ser feliz.

— Ahora pareces gilipollas. Además, si fueses feliz todo el tiempo, no sabrías lo que es la felicidad.

— Que rule el peta y dejame en paz.

Foto por Robert Owen-Wahl de Pixabay