Están por todas partes. Me rodean, me observan, me persiguen. Sólo esperan que haga un movimiento equivocado para atacar.
Tengo que vivir rodeado de luces para evitar que me alcancen. Es la única forma de protegerme. Y aún así debo tener cuidado: es fácil proyectar accidentalmente una sombra sobre mi mismo. Me he diseñado mi propia ropa, suavemente fosforescente, para reducir los riesgos. Paso quince minutos bañándome de sol cada cuatro horas; para las noches tengo focos instalados en mi casa.
Todos deberíais hacer lo mismo. No sois conscientes del peligro que estáis corriendo. Cada sombra que roza vuestra piel os roba un recuerdo. Se alimentan de ellos. Vivir en la oscuridad es vivir sin memoria. No tener memoria es no tener consciencia, no tener identidad, no existir. Somos lo que recordamos.
Ilumináos, por favor. No dejéis que sea yo la única persona real en el mundo.