Se levantó con cansancio de la cama se dirigió, arrastrando los pies, hasta el cuarto de baño. Después de vaciar la vejiga, se miró en el espejo. Ojos hinchados, pelo lacio, mueca de desgana.
«Qué mal me sientan los años», pensó. «Cualquier día de estos se me cae la cara.»
Le sacó la lengua a su reflejo. Reflexionó sobre la naturaleza de los espejos. Especuló sobre la existencia de universos simétricos más allá del vidrio.
Se sacudió, se echó agua por la cara y salió del baño.
— Hoy no quiero ir al cole, mamá, — gritó hacia la cocina. — ¡Me vuelvo a la cama! — Sabía que no iba a colar, pero ya era tradición. Qué duro era tener 13 años.
Dibujo de Luka Akure de Pixabay