Este fin de semana estuvimos en Toulouse, y volvimos el domingo. Casi nos quedamos allí.

Hay que saber que el indicador de combustible de nuestra VW T3 es un tanto impreciso (en las cuestas e inclinaciones oscila, por ejemplo). Esto aumenta el estrés de no saber exáctamente cuánto gasoil te queda, sólo sabes que tienes poco.

Asi que, a la altura de Auch, decido que ya estamos en reserva y hay que repostar. Le digo al GPS que me busque la gasolinera más cercana. Estaba cerrada. Busco otra: al ser domingo, sólo funciona el sistema automático, que es mediante tarjeta. Meto la mía, meto el código (allí ya van con el chip), lo acepta, todo bien, y de repente dice: pago rechazado. A todo esto, no hay ni blas, es la hora de comer de un domingo bajo la lluvia...

Pues ale, GPS y a por la siguiente. Recorrimos en total 6 gasolineras, de las cuales 2 cerradas y 4 de tarjeta que no iban. La aguja del gasoil seguía bajando (3/4h recorriendo un pueblo desconocido, con sus semáforos) y mi estrés seguía subiendo.

Al final simplemente esperamos en una gasolinera a que llegase alguien. Tras un rato, apareció una señora que no se atrevió a bajar del coche (un tipo siniestro junto a una furgoneta esperando víctimas en una gasolinera bajo la lluvia, buuh), y luego un cazador que accedió amablemente a usar su tarjeta a cambio de mi efectivo.

Casi una hora perdida, los nervios a flor de piel, el frío y la lluvia (asi estoy resfriado ahora), todo porque los aparatos de autoservicio franceses sólo aceptan tarjetas nacionales (mi tarjeta está perfectamente, la probé más tarde en un cajero y en las máquinas de la autopista).